Hoy en día todo está estudiado al milímetro. Por ejemplo, los supermercados están diseñados para promover las compras espontáneas o compulsivas a través de sus concurridos pasillos. De todo esto se encarga el neuromarketing, un sistema que estudia la mente consumista, la ubicación de los alimentos y productos, la distribución de los comercios y otros muchos aspectos que permiten incrementar las ventas.
¿Técnicas que utilizan para hacernos caer en la tentación?
Uno de nuestros principales enemigos es el carrito de la compra. Al coger un carro y ver que sobra hueco para más productos, es fácil que al final caiga algo más de lo previsto. Otra sensación que surge en muchas ocasiones con el carro es el típico “algo se me olvida”. Mientras buscas eso que supuestamente se te olvida, seguramente te encapriches de algo.
Otro dato curioso es que en general todos los carritos se desvían un poco a la izquierda. El porqué de esto es que de esta forma nos están obligando a sujetarlos con la mano izquierda, y así la mano derecha queda libre para escoger cualquier producto (ya que la mayoría somos diestros)
El posicionamiento de los productos también da muchos juego. Normalmente los supermercados sitúan los productos de mayor coste a la altura de los ojos (que son los que les interesan que compres). Así, por una cuestión de comodidad están incitando tu compra. También hay una altura para los productos de los niños.
Del mismo modo juegan al gato y al ratón con nosotros. De forma regular suelen cambiar el posicionamiento de los productos para que tengamos que buscarlos y así, de paseo por esta aventura, encontremos otros productos interesantes. Esta técnica he observado que la practican todos los días muchas tiendas asiáticas de ropa.
¿Te habrás dado cuenta que siempre suele haber música en los supermercados? No es casualidad, ya que intentan controlar nuestros movimientos a través del ritmo de la música. Por ejemplo, en los momentos de gran afluencia suelen poner música con mucho ritmo para que favorezca las compras rápidas; pero en los momentos en los que menos gente hay, las canciones son más lentas.
Igualmente, su distribución favorece a que hagamos más paradas, y por ende, más compras. La anchura de los pasillos suele estar diseñada para que entren dos o tres carritos, creando así en muchas ocasiones atascos para que de tiempo a echar un vistazo a otros productos.
Otro truco para que piquemos son los precios psicológicos. Los precios nunca son redondos, sino que suelen acabar en 5, 7 o 9 con el fin de parecer más baratos y dificultar las comparaciones con productos similares.
¿Y qué me dices de los aromas que ocasionalmente llegan a vuestros olfato? De esta forma si un producto no ha entrado por los ojos, quizás si lo haga por el apetito que te despierte ese aroma. Un ejemplo claro son las secciones de panadería y bollería.
Por cierto, nunca olvides sonreír de vez en cuando. Es muy común que existan cámaras instaladas en secciones específicas con el objeto de observar y así poder estudiar a los clientes, sus reacciones ante nuevos productos, etc.
Aunque bueno… por mucho truco del almendruco, si la economía aprieta mucho, siempre acudiremos a aquellos productos que resultan más económicos. Más difícil es luchar con el poder del subconsciente. Por eso, los expertos siempre jugarán con esa ventaja en el supermercado.
____________________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario